martes, 26 de noviembre de 2013



 lalalalaa jaja

El término “Club de Barrio” nos lleva a entenderlo como una asociación civil sin fines de lucro, cuyo objetivo es la práctica y el impulso de actividades deportivas y sociales. El club de barrio nace a principios del siglo XX, con la llegada de inmigrantes, entre los años 1880 y 1930. En esa época, los clubes eran espacios de encuentro y socialización, de articulación y construcción de lazos sociales y comunitarios. En fin, un espacio de construcción de identidades.
La historia de Everton comienza el 9 abril de 1905, cuando un grupo de jóvenes que se juntaban en 58 y 16, decidieron fundar un club que surgió a la vida deportiva de la ciudad con el nombre de Club Atlético 25 Mayo, que luego iba a cambiar su nombre en el año 1909 cuando el equipo inglés, Everton, llego a Buenos Aires para jugar un amistoso con el equipo Alumni. Fue ahí cuando los socios decidieron cambiar, el nombre del Club, pasando a llamarse Club Atlético Everton Platense.
Comenzó llamarse Everton por el inglés y platense por ser de la Ciudad de La Plata, luego paso a denominarse Club Atlético Everton, y después Club Everton que se lo conoce en la actualidad.

Por otro lado, el club Estrella de Berisso fue fundada en 1921, por la intención de los trabajadores inmigrantes, en su mayoría del frigorífico Swift, que se juntaban para jugar a la pelota. Este sueño no se logró de las manos de los trabajadores, que igualmente formaron una murga que se identificaba con el nombre de “Estrella”.
Estas personas siguieron jugando al futbol, pero todo en distintos equipos barriales, y al no contar con una sede propia decidieron fusionarse en una sola institución llamada, primeramente,  Club Social y Cultural Deportivo.
 Bajo el nombre de Club Atlético Estrella de Berisso, en homenaje a los trabajadores inmigrantes que tuvieron la primera iniciativa, como aquella murga que en su estandarte portaba los colores negro y blanco que fueron adoptados para el escudo y la camiseta del flamante club, se consiguió al fin la entidad formal.

Entrando al final de la década del 60 y a principios del 70, los clubes de barrio comenzaron a vivir una época de declive por varias causas, pero principalmente por  el surgimiento del estado neoliberal, que se profundizó en el año 1989 con la entrada de Carlos Saúl Menem como presidente de la nación. Los años 90 marcaron la caída de las instituciones clásicas del barrio, marcando un cambio cultural muy claro, sobre todo con los valores de la gente, que cambiaron mucho respecto a la época del auge de los clubes de barrio. Además entre el gobierno de Menem y el de Fernando de la Rúa, dejaron una grave crisis económica y social, que influyo en la perdida de socios que no podían pagar las cuotas mensuales y problemas económicos en las instituciones.

A partir del cambio político que se fue dando después de la crisis 2001, se logró el resurgimiento de estos dos clubes, con un Estado más participativo y regulador  que fomenta la soberanía, alcanzando una reconstrucción simbólica en los barrios y generando mayor adhesión en las colectividades. Aun así las problemáticas siguen estando latentes. La incorporación de ciertas tecnologías y formas culturales, que tuvieron su apogeo en los años 90, están vigentes en el imaginario colectivo. Además, hay que incluir el reforzamiento de los medios de comunicación, que intervienen en la percepción de los actores creando distintas configuraciones discursivas, manifestando aquello que “si no está en la tele, no existe”, ensombreciendo así la existencia de los clubes sociales.

Por esto, los clubes aún mantienen dificultades. Como explica el presidente de Estrella de Berisso, Carlos Crisci, quien aclara: “Calculamos que hay activos unos 800 socios. Porque tenemos los chicos que hacen las diferentes actividades deportivas más los socios de la biblioteca. La cuota societaria es de 15 pesos, el socio menor paga 10. Cada actividad tiene una cuota diferencial,  que es lo que te permite mantener un poco la actividad. Todo esto se debe a que los costos de operativos son altísimos, el pago de liga, pago de micro, pago de servicios y mantenimiento de predio. Algunos profesores. Si no cobramos cuotas estamos complicados porque no tenemos el apoyo que por ahí tienen otros clubes. Si bien somos importantes en anclaje social, somos amateur y ahí es donde menos recursos tenes. Hay menos vidriera, los sponsor no quieren estar si el municipio no te aporta”.

 Por el lado de Everton, desde su ascenso el año pasado al Argentino B, tuvo un repunte tanto institucional, deportivo y societario. Su presidente, Gonzalo Uranga, sostiene que “La magnitud del logro alcanzado hizo que se acercaran muchos socios del club que habían dejado de ir hace años, como que motivó al que todo el que había pasado alguna vez por Everton a acercarse”. Además comenzaron a recibir apoyo de la Municipalidad de La Plata, que según Uranga “Nos está ayudando con los traslados, nos pone a disposición un micro para cada viaje y en algún otro caso de que podamos necesitar algo podemos contar con su apoyo”.
 Sin embargo, en la mayoría de los clubes el aporte y la ayuda del gobierno es muy escasa, teniendo que solventarse por ellos mismos, y debido a la poca cantidad de gente que participa y colabora, se les hace muy complicado y desgastante. Así lo explica Crisci: “El laburo más ingrato es el de dirigente. Hay personas que laburan en el anonimato. Al técnico, a los jugadores, todos los ven y se resaltan su laburo, por eso es muy difícil ser dirigente, quedas expuesto permanentemente. Nunca conformas a todo el mundo. Hay que hacer sentir a la gente parte de algo. Esto es ad honorem y pasional. Si bien los dirigentes somos nosotros, la toma de decisión es de las diferentes disciplinas.

A media cuadra del parque Saavedra se encuentra la institución de Everton, un club social deportivo con 108 años de trayectoria, ha sabido dejar una huella, tanto como lo deportivo, como lo social, siendo este, el pilar fundamental de institución, para su desarrollo, y  consolidación.  Los comienzos del club,  están marcados por el apoyo de sus socios para un progreso institucional y para forjar la identidad barrial.
Los 90’, el neoliberalismo y la crisis económica mundial, produjeron una notable baja en la cantidad de socios, esto genero crisis económicas institucionales que el decano supo superar con los esfuerzos de socios que realizaron actividades como: rifas, bingos y bailes